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TRABAJO ES UNA ESCLAVITUD, EL

BLANQUI, LOUIS AUGUSTE

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Colección: EL DESVELO Temática: SOCIOLOGIA Y POLITICA
ISBN: 979-13-87799-24-3 Nº de Páginas: 64
EAN: 9791387799243 Idioma: CASTELLANO
Sinopsis:
"Quien haga la sopa que se la coma" es un texto-manifiesto de Auguste Blanqui, que es todo un clásico del socialismo revolucionario, comentado por Marx y Engels. Blanqui argumenta que la riqueza nace de la inteligencia y el trabajo, pero que la tierra y el capital, fundamentales para su creación, han sido apropiados ilegítimamente por una minoría. Esto ha llevado a la explotación de la mayoría trabajadora, que se ve privada de los frutos de su esfuerzo en beneficio de los ociosos. Blanqui compara esta situación con la esclavitud, afirmando que, aunque la forma ha cambiado, la esencia de la servidumbre persiste en la dependencia del trabajador hacia el dueño de los medios de producción. El autor rechaza la idea de una supuesta solidaridad entre capitalistas y trabajadores, considerándola una falacia que oculta el "duelo a muerte" entre el ingreso del capitalista y el salario. Para Blanqui, la solución reside en la abolición del derecho de propiedad y la implementación de la asociación como base de una sociedad justa e igualitaria, donde los instrumentos de trabajo pertenezcan a quienes los utilizan. AUTOR Louis-Auguste Blanqui (1805–1881) fue un revolucionario socialista francés, teórico del comunismo insurreccional. Nacido en Puget-Théniers en una familia burguesa liberal, se formó en París y participó activamente en la Revolución de Julio de 1830. A lo largo de su vida, fundó sociedades secretas y lideró diversos intentos de insurrección contra la monarquía y el orden burgués, lo que le valió pasar más de 33 años en prisión. Su pensamiento rechazaba el parlamentarismo y defendía que una minoría organizada debía tomar el poder por la fuerza e instaurar una dictadura transitoria para abolir la propiedad privada y preparar el terreno para la emancipación popular. Aunque inspiró a sectores del socialismo francés, fue criticado por figuras como Engels, que lo veían como un conspirador elitista. A pesar de su marginalidad dentro del movimiento obrero, Blanqui se convirtió en un símbolo de pureza revolucionaria y resistencia inquebrantable. Murió en París en 1881, poco después de ser liberado, aún fiel a sus ideales radicales.