La novela inédita de quien fuera discípulo de Jacinto Benavente, amigo de los hermanos Álvarez Quintero, Antonio Machado, Miguel Delibes, Gonzalo Torrente Ballester, Pedro Laín Entralgo, Eugenio d Ors, Dionisio Ridruejo y Luis Rosales.
Valentín, de 55 años, rentista y solitario, se ha arruinado jugando en Bolsa desde su Pamplona natal, en plena década de los sesenta. Sin haber trabajado nunca, su vida de soltero acomodado está a punto de desmoronarse en ocho meses, según sus precisos cálculos. Con una existencia estéril y marcada por el fracaso, rememora con dolor su relación fallida tanto con Mercedes como con otras muchas mujeres, a las que siempre trató de forma cruel. Ante la falta de futuro, Valentín se debatirá entre planes desesperados: ¿Huir? ¿Suicidarse? ¿Trabajar, incluso? Son opciones que un perfecto egoísta, incapaz de amar, está dispuesto a considerar para no perder los privilegios de una vida en peligro de extinción.
Mientras tanto, Felipa, su patrona y discreta admiradora, observa en silencio su profunda decadencia. En una ciudad oscura y opresiva, Valentín se enfrentará en soledad a una condena implacable que le irá cercando y oprimiendo cada día un poco más.
«Iribarren ha escrito obras maestras en su género». Jacinto Benavente
«No pretendía ser un erudito, era simplemente lo que era: un escritor brillante. Un narrador de cuerpo entero». Rafael García Serrano
AUTOR
Manuel Iribarren (1902-1973) pertenece a la llamada «Generación del 36», la de todos esos escritores a los que asaltó la guerra cuando su carrera literaria estaba en ciernes. Cuando Iribarren publicó en la mítica colección Austral, Jacinto Benavente y Gregorio Marañón hablaron de «obra maestra en su género». Este escritor navarro llegó a Madrid con la República y se ganó el respeto de las primeras espadas de entonces. Publicó con las editoriales más importantes y estrenó, como dramaturgo, en el Teatro Español. Discípulo del propio Benavente y de Pío Baroja, participó en sus tertulias y allí compartía los libros que publicaba. Más tarde, consolidado como novelista, afianzó su amistad con ellos, pero también con otros como Miguel Delibes, que, como él, encontró en el campo la inspiración para construir sus personajes. Versátil, autodidacta, obtuvo importantes galardones de poesía, novela y relato corto, siendo el más importante el Nacional de Literatura, en 1965. Las mejores novelas de Iribarren son aquellas que llegaron antes de la guerra y cuando agonizaba el franquismo: la mencionada Retorno (1932), Las paredes ven (1970) y este El miedo al mañana que ahora se publica.
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