Tras realizar una visita a Avonlea, Ana vuelve a Ingleside, la que es ahora su casa.
Han pasado seis años desde que Ana y Gilbert dejaran atrás la Casa de sus Sueños y
el joven matrimonio se ha transformado en toda una familia con cinco hijos: James
Matthew «Jem», que ahora tiene ocho años; Walter, un año menor y con una imaginación
desbordante heredada de su madre; Ana «Nan» y Diana «Di», dos mellizas de
cuatro años que no pueden ser más diferentes entre sí, y Shirley el benjamín y favorito
de Susan Baker, el ama de llaves de la casa. Aunque no será el menor por mucho
tiempo, ya que pronto asistiremos al nacimiento de Bertha Marilla Blythe, a la que
todos conocerán como «Rilla».
Ana es ya una mujer adulta, pero en el fondo siempre seguirá siendo la misma
pelirroja alegre y llena de imaginación que fue adoptada en Tejas Verdes. Familiares
cargantes, dudas sobre el amor y otras aventuras seguirán sucediendo en su
vida a lo que tendremos que sumar las peripecias y travesuras de sus hijos, que
alegraran la vida de todos con su energía.
AUTOR
(1874, Clifton, actualmente New London, una pequeña ciudad de la Isla del Príncipe Eduardo en Canadá). Tras la muerte de su madre, cuando
contaba menos de dos años de edad, su padre decidió dejarla a cargo de sus abuelos maternos, en Cavendish, para irse a vivir al oeste del país, donde
volvió a casarse. De sus abuelos recibió una educación muy estricta, aunque crecer sola en la casa de dos personas mayores estimuló su imaginación,
provocando la chispa que le haría crear el personaje de Ana Shirley. Completó su formación en el Colegio Príncipe de Gales, en Charlottetown, y
estudió literatura en la Universidad de Dalhousie, en Halifax, En 1898, tras haber trabajado como maestra en varias escuelas, regresa a Cavendish
para cuidar de su abuela, que había quedado viuda y comienza a escribir los relatos que darían lugar a la serie de Ana Shirley (ocho libros que
narran su vida, desde la niñez hasta la edad madura). El primero de ellos, Ana, la de Tejas Verdes, narra la llegada de la inteligente y deslenguada
Ana —a la que el propio Mark Twain consideró la niña imaginaria más encantadora que se había creado desde la inmortal Alicia de Carroll— a su
hogar adoptivo en Avonlea. Falleció en Toronto en abril de 1942 y fue enterrada en el cementerio de Cavendish, cerca del lugar en el que creció.
|