Alejada de los itinerarios turísticos, el patrimonio
artístico de Emilia-Romaña refleja la riqueza
y complejidad de su historia, marcada por la
presencia de los romanos, los bizantinos y las
refinadas cortes renacentistas. Para apreciarlo,
hay que ir primero a Bolonia, que encandila
al visitante con su centro medieval y sus
kilómetros de soportales. Luego está Ferrara,
una joya del Renacimiento, Rávena y la elegante
Parma. Situada entre el curso del río Po al
norte, las montañas de los Apeninos al sur y el
mar Adriático al este, Emilia-Romaña ofrece al
viajero una multitud de paisajes variados. Los
amantes del mar, del sol y de la diversión elegirán
la Riviera Romana, con sus largas playas
de arena y su mar tranquilo. Las estribaciones
de los Apeninos revelan maravillosos paisajes,
aldeas aisladas y pueblos medievales. Por último,
el delta del Po ofrece un escenario natural
encantador, inmóvil y silencioso, que ha de ser
descubierto a pie, en bicicleta o en barco. No se
ha de olvidar la otra gran riqueza de la región:
su gastronomía., profundamente arraigada en
la tradición campesina local.
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