El movimiento de los cristeros, es poco conocido fuera de México, y tuvo sus precedentes en el siglo XIX y un fuerte auge en el siglo XX. Comenzó en México como reacción de los católicos ante la prohibición de practicar públicamente sus tradiciones y su fe. Para entonces, la mayoría mexicana era católica por convicción, gracias a la presencia española. Al lograr la Independencia, la masonería anglosajona impulsó en México un movimiento laicista y abiertamente anticlerical con el que pretendía hacer depender a México, política y económicamente, de Estados Unidos. Para esto, la clase política debía unirse a la logia dominante. Las leyes de Lerdo de Tejada, hacia la mitad del siglo XIX, dispararon la política anticatólica: cerraron centros de enseñanza religiosa y quitaron los confesionarios en las iglesias. Al verse privados de su libertad, católicos de todo el país se organizaron como una oposición armada y fue reducida militarmente. Posteriormente, Carranza, Obregón y Elías Calles impulsaron leyes mucho más restrictivas y se marcó un límite al número máximo de sacerdotes que podía haber en cada zona. El presidente Calles creó lo que llamaría la Iglesia católica mexicana. No tuvo éxito, pero puso a los católicos en una situación delicada y sin protección de parte de los obispos, quienes vivieron todo esto con actitud diplomática. Surgió entonces un nuevo rearme, y, en paralelo, la Liga para la Defensa de la Libertad Religiosa, precursora del posterior movimiento cristero. Esto, a pesar de su inicial rechazo a la violencia. La insurgencia comenzó en 1927 con mayor fuerza en zonas rurales. En total, duró tres años y acabó con la vida de miles de mexicanos de ambos lados de la contienda. Para alcanzar la paz, los cristeros confiaron en las promesas incumplidas de los federales, y muchos de ellos fueron fusilados. Francisco Carpintero Benítez describe uno de los momentos más relevantes de la historia de México durante los años de finales del siglo XIX y los primeros del siglo XX, con una clara exposición de hechos y personajes de ambas partes de la contienda, así como de la actuación de la Iglesia desde el Vaticano.
AUTOR
Francisco Carpintero Benítez (Sevilla, 1948) realizó la tesis doctoral en Derecho en la Universidad de Salamanca con el Prof. Dr. D. José Delgado Pinto (1970-1975). Trató la obra del jurista español del siglo XVI Fernando Vázquez de Menchaca, considerado uno de los iniciadores del derecho natural «moderno». Desde entonces se aficionó a los estudios históricos, cosa que no había previsto en sus estudios de la licenciatura en Derecho. Obtuvo la plaza de adjunto numerario por oposición en 1987, y la desempeñó dos años en la Universidad de Valladolid. Volvió a Andalucía y obtuvo la cátedra de Filosofía del Derecho de la Universidad de Cádiz. Ha publicado sobre la ciencia jurídica y la historia del pensamiento jurídico. Le marcó la lectura de los juristas bajomedievales del Jus Commune. Se internó tempranamente en el pensamiento jurídico centroeuropeo de la
Edad Moderna (la Escuela del Derecho Natural Moderno). Buscaba los orígenes de la mentalidad propia de los derechos humanos y de la nueva forma de dominación y convivencia conocida como el Estado. Viajó a México a impartir cursos monográficos de doctorado y publicó diversos libros y artículos en editoriales y revistas mexicanas. También publicó en Argentina y otras universidades americanas. Las estancias en México despertaron su interés por la guerra cristera de 1926-1929. Sus estudios pueden consultarse en franciscocarpintero.com.
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