¿Sabías que el gran Sergéi Diaghilev, impulsor de los Ballets Rusos, se atrevió a decirle al mismísimo Alfonso XIII que ambos eran imprescindibles, a pesar de no hacer nada? ¿Y que el bailarín Rudolf Nuyerev aprovechó una gira por París para desertar de la Unión Soviética, puesto que, si regresaba a Rusia, lo matarían debido a los rumores sobre su homosexualidad? ¿Quedó contento Tchaikovsky con la partitura de «El lago de los cisnes»? ¿Cuál fue el motivo por el que la bailarina Margot Fonteyn se retiró con sesenta años y no antes? ¿Por qué Degas dedicó toda una colección de cuadros al mundo de la danza clásica? ¿Qué relación guarda Picasso con el «ballet»? ¿Qué tuvieron que ver unas monjas un poco transgresoras en el origen del «ballet» romántico? ¿Cómo un bailaor de flamenco, un mero autodidacta, acabó convirtiéndose en una de las primeras figuras de los Ballets Rusos y su obsesión por ellos lo llevó a la locura? ¿Por qué se bautizó a un tipo de postre con el apellido de una famosa bailarina? ¿En qué suceso se vio envuelto en España el coreógrafo Marius Petipa, que tuvo que salir huyendo del país? El «ballet» clásico no es solo una disciplina, sino un arte, la expresión del alma de una persona a través del movimiento. Un tipo de danza basada en el control absoluto del cuerpo y el dominio de la técnica capaz de crear una estética impecable que generalmente se ha relacionado con la identidad de la mujer, a pesar de que, hasta el siglo XIX, eran los hombres los que interpretaban los grandes papeles, los masculinos y los femeninos. Hablamos de la época en la que los vestidos y el calzado eran auténticos hándicaps para ejecutar un paso de baile en condiciones. De aquellos años hoy sólo han quedado los nombres de los ejercicios. Los vestidos se acortaron, las mujeres se subieron a las puntas, los hombres se convirtieron en el apoyo indispensable de la bailarina Y entre bambalinas, todo un ejército de compositores, coreógrafos, diseñadores de vestuario y decorado y empresarios que hicieron girar su vida en torno al «ballet» y escribieron su historia; una historia que hoy nos plantea numerosas preguntas. De algunas de ellas tratará de dar respuesta este libro. Pero mejor será adentrarnos en sus páginas y empezar a leer. El mundo del «ballet» te espera.
AUTOR
Es doctora en Periodismo por la Universidad de Sevilla, licenciada en Ciencias Ambientales por la Universidad de Córdoba y titulada en Ballet Clásico por el Conservatorio Profesional de Danza Antonio Ruiz Soler de Sevilla. La autora dedicó el tema principal de su tesis doctoral al trabajo publicado de su abuelo, el afamado fotógrafo de Córdoba Ricardo. Comenzó sus clases de «ballet» clásico a los cuatro años y se mantuvo sobre las puntas y los escenarios hasta los veinticuatro, cuando decidió dedicar más tiempo al desarrollo de su carrera profesional, el periodismo. Desde 2005, ha trabajado en el mundo de la comunicación audiovisual, especializándose con el paso de los años en la redacción de guiones documentales, sobre todo de índole histórica. En estos días trabaja en comunicación institucional, como jefa de prensa de la Delegación del Gobierno de Córdoba, labor que compagina con la lectura y la escritura, sobre todo la de índole histórica. La autora cuenta con una novela en el mercado, «El olivo de los Claudio», ambientada en la Roma del primer siglo antes de Cristo. Con su última publicación, «Eso no estaba en mi libro de historia del ballet clásico», siente que ha pagado una deuda pendiente con el «ballet», una disciplina que venera y que añorará practicarla por el resto de sus días.
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