Bastaría capturar una ínfima fracción de la radiación solar que llega a la Tierra para satisfacer todas nuestras necesidades energéticas. Esta afirmación, repetida como un mantra, oculta una realidad física implacable: la energía del Sol, aunque inmensa, está diseminada con una densidad de 1640 kWh/m anuales, mientras que nuestra civilización exige energía concentrada.
¿Por qué la fotosíntesis solo aprovecha el 0.08 % de la energía solar disponible tras 3500 millones de años de evolución? ¿Cómo es posible que los países ricos reduzcan sus emisiones mientras el CO2 global sigue aumentando? ¿Por qué nuestros avances en eficiencia energética no frenan el consumo?
Este libro responde a estas preguntas no desde ideologías, sino desde las leyes físicas que rigen la transformación de la energía y la generación inevitable de residuos. Con ejemplos tomados de la vida cotidiana, el autor construye un argumento devastador contra la fe ciega en la tecnología como solución a nuestros problemas ambientales.
Tras analizar la cantidad de energía que requeriríamos para reciclar todos nuestros residuos, incluyendo el CO2, y los límites reales de captura energética mediante renovables, el libro nos enfrenta a una conclusión incómoda: nuestro modelo económico choca frontalmente con las leyes de la física, y ninguna innovación podrá eludirlas.
A escala planetaria, la superficie disponible para la captura de energía solar, incluyendo bosques, matorrales y zonas áridas como desiertos, es de 88 millones de km . Para satisfacer las necesidades de un mundo equitativo que recicle el 100% de sus residuos, necesitaríamos 13 millones de km —equivalente a la mitad del continente africano— cubiertos de dispositivos de captura energética.
Este libro desafía los cuatro mitos fundamentales que sostienen nuestras esperanzas sobre la transición energética: que la eficiencia reduce las emisiones, que el enriquecimiento disminuye la degradación ambiental, que los sumideros de residuos son infinitos y, sobre todo, que el Sol puede satisfacer nuestras desmesuradas necesidades energéticas.
Mientras la ballena azul navega a 8 km/h adaptada a la baja densidad energética disponible en el planeta, los humanos impulsamos buques portacontenedores a 40 km/h gracias a combustibles fósiles que concentran la energía solar acumulada durante millones de años. Esta diferencia —1300 veces más consumo energético por unidad de biomasa que el resto de seres vivos— expone el verdadero problema: no son nuestras tecnologías, sino nuestra intensidad energética. A través de un análisis implacable basado en las leyes físicas, esta obra revela por qué, a pesar de 29 cumbres climáticas, los avances son mínimos, y por qué la única forma de mantener nuestro mundo transformando residuos materiales en calor residual exigiría una cantidad de energía que las renovables no pueden proporcionar. Un libro esclarecedor que demuestra matemáticamente por qué la falacia del desacoplamiento entre emisiones y crecimiento, la capacidad finita de los sumideros planetarios y el inexorable incremento de los residuos nos dejan frente a una conclusión tan inevitable como la entropía: tendremos que reinventar nuestra relación con la energía antes de que se agote la herencia fósil.
AUTOR
Vicente Padilla es ingeniero aeronáutico por la Universidad Politécnica de Madrid (1991). Comenzó su carrera profesional con el fabricante de aviones Boeing, en Seattle (ee. uu.). Más adelante, regresó a España y fundó Aertec Solutions, una empresa de ingeniería aeroespacial que cuenta actualmente con más de 700 empleados. Desde hace diez años, la empresa trabaja en varios proyectos de investigación y desarrollo en aviación sostenible financiados por la Comisión Europea a través de los programas Clean Sky y Clean Aviation. Ha escrito numerosos artículos relacionados con la industria aeroespacial y las emisiones de carbono; también ha sido vicepresidente de la Asociación de Ingenieros Aeronáuticos de España. Debido a su actividad profesional, ha recibido numerosos premios entre los que destacan Premio Joven Empresario en el 2004, Medalla de la Junta de Andalucía en 2015 e Ingeniero del Año por el Colegio de Ingenieros Aeronáuticos en 2022. Vive con su mujer en Málaga y tiene 4 hijas.
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