La vida de Averroes ocupa casi por entero el siglo XII, y se relaciona con todos los
acontecimientos de esta época, decisiva en la historia de la civilización musulmana. El siglo
XII vio definitivamente malograrse la tentativa de los Abásidas de Oriente y de los Ommíadas
de España, para crear en el islamismo un desenvolvimiento racional y científico. Cuando
Averroes murió, en 1198, la filosofía árabe perdió con él su último representante, y el triunfo
del Corán sobre el pensamiento libre quedó asegurado por seiscientos años a lo menos.
Por las desgracias de su vida y por la reputación de que ha gozado después de su muerte,
Averroes participa de los inconvenientes y beneficios de tal situación. Llegado después de
una época de gran cultura intelectual, en el momento en que esta cultura se hacía, por
decirlo así, sobre ella misma, si las desgracias de su vejez atestiguan el descrédito en que
había caído la causa que defendía, por una feliz compensación recogió casi solo la gloria de
los trabajos que no había hecho más que presentar en conjunto. Averroes es de algún modo
el Boecio de la filosofía árabe, uno de esos últimos llegados que compensan, por el carácter
enciclopédico de sus obras, lo que les falta de originalidad, discutiendo, comentando, porque
es demasiado tarde para crear, últimos sostenes, en una palabra, de una civilización que se
derrumba, pero por una fortuna inesperada, ven su nombre enlazarse con los fragmentos de
la cultura que han resumido, siendo sus escritos la fórmula abreviada mediante la cual esta
cultura entra por su parte en la obra común del espíritu humano.
Averroes fue el único entre los musulmanes que escribió unas obras explícitamente
dedicadas al estudio de la concordancia entre la filosofía y la revelación, por lo cual se ha
considerado el único pensador árabe que se planteó manifiestamente tal problema.
AUTOR
(Tréguier, 1823-París, 1892) Escritor francés. Recibió las órdenes menores, pero en 1845 renunció al sacerdocio. En 1847 obtuvo el premio Volney por
su Ensayo histórico y teórico sobre las lenguas semíticas. La revolución de 1848 le produjo una gran impresión, fruto de la cual es el Porvenir de la
ciencia (1890). En 1860 se trasladó a Siria en misión arqueológica y, al año siguiente, regresó a Francia con el manuscrito de la Vida de Jesús, primer
volumen de la Historia de los orígenes del cristianismo (7 volúmenes, 1863-1881), en la que ofrece una lectura del Nuevo Testamento expurgada de
toda referencia a lo sobrenatural y una visión de Jesús como «un hombre incomparable» que suscitó protestas. En 1883 fue nombrado administrador
del Colegio de Francia. Otras obras notables son Averroes y el averroísmo (1852), Ensayos de moral y de crítica (1859), Cuestiones contemporáneas
(1868), Recuerdos de infancia y de juventud (1883) —obra en que figura su célebre Oración sobre la Acrópolis— e Historia del pueblo de Israel (5
volúmenes, 1887-1893).
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